lunes, 23 de enero de 2017

Tutsi , mi amorgata compañera y maestra





En-tierra
Con amor y profunda gratitud a este ser luminoso que me acompañará en el tiempo.

Mi amiga Dora me contaba que doce lunas después de la muerte de su hijo, ella regaló matitas a quienes se reunieron a recordarlo.

-Lo puse a él en tierra y ahora yo doy matas-

Tres mañanas atrás, mi gata Tutsi me acompañaba a preparar el terrenito para la huerta, que la amiga me ayudaría a sembrar.

Apenas pasó una tarde, cuando Dora me avisa que murió mi gata, que ella me la rescató. -¿Se la entierro? -me dijo…solidaria.

La cabeza se salía, el corazón daba vueltas. En medio torbellino
una idea me apaciguó: La Tierra imparable, en un segundo abre su vientre oscuro y en otro lo cierra: engendra, sepulta, engendra, sepulta…con amor incondicional recibe y da.

Tardé  un siglo de tristeza acomodando el ovillo de su estilizado cuerpito aún sedoso, en el hoyo en- tierra de nuestro patio...

El atigrado y rayado cuerpo de mi Tutsi amada.

Al regar mi nueva huerta, siento al lado mío , su sombra relamerse plácida. Con el corazón desgranado, aprendo de Dora y veo la ausencia  transformarse en  matitas, albahacas y culantros que crecen en-tierra, como Tutsi en mi alma.






viernes, 9 de septiembre de 2016

Al niño Poeta de Adela Ferreto





Poema de mi abuelita Adela Ferreto para su compañero de la vida, mi abuelito Carlos Luis Sáenz. Hoy evoco su amor y sus palabras celebrando el mes de su natalicio.

Honrro las vidas de ambos, que las ofrendaron para crear un mundo mejor para los niños, desde todos los ámbitos de sus multifacéticos quehaceres y creatividad.

Mi gratitud sin fin por haber crecido con ellos, recibiendo ese amor inmenso que tuvieron para mi infancia y la de muchos seres a lo largo de sus existencias.

ERA UNA VEZ UN NIÑO:
Era una vez un niño
con la visión de una flor en su alma:
Una flor sola, única, incomparable.

La buscó en todas partes,
la buscó siempre.
En las horas,
en los días, vagando al ocaso
¡soñando!

La entrevió en la sonrisa de su madre
y en su pupila enternecida de amor.

La vislumbró,
abriéndose como una gran corola,
en la niebla rosada de la aurora,
en el círculo azúl de la mañana,
en nubes, cegadoras de blancura,
al medio día,
-alas de coros de ángeles
que juegan
rondas entrelazadas-,
y cerrarse como cádiz luminoso,
en el arco dorado de los atardeceres.

La vió ascender,
en la columna de incienso perfumado,
su mano en la materna mano,
cuando visitaba el templo
los domingos de misa,
ases de cirio,
y música de órgano.

Y en el tallo del humo
alzarse enhiesto,
-plegarias del hogar
seguro y tibio-
en vuelo hacia la altura.

Lucir , un breve instante,
en la mirada mansa de los bueyes
y en las rosas que abre el arado
entre la tierra negra.

La buscó en cada flor de los jardines
y de los campos verdecidos:
en la rosa,
en el lirio, en el volandero
diente de león,
y en la oculta violeta perfunada,
en el ramo-joyel de las orquideas
que penden
de los goteantes árboles
del bosque de neblinas.

En el florón de pluma trémula
del colibrí
y en la saeta veloz,
lanzada al viento,
de oscura golondrina.

La vió formarse,
inasible y móvil,
en las rondas de niños
y en sus juegos resonantes de risas
en las tardes.

Y más de una vez,
en las coronas de crital y luz
que el aguacero teje y desteje,
en danza sobre las piedras del patio.

Y en el ramillete esparcido de las olas.

Y en innumerables
flores de plata de las constelaciones
abriéndose en el Cosmos.

Brilló para él, entre la muchedumbre,
-clamores de justicia
en mil banderas-
y allá, en la soledad de la montaña,
mecida por el viento en los pinares.

La miró fulgurar
en la escondida lágrima del gozo,
en la que baña el rostro de la angustia,
en la herida sangrante, y
¡ en la túnica morada que cubre
el dolor insondable de los hombres!

¡Y la vió estremecerse en los abismos!

Pero la flor de su alma
la de su visión interio,
la sola y única,
no era ninguna
y eran todas:
la sonrisa de amor
y la azucena,
la nube volandera,
la multicolora flor de pluma y de canto,
la perla espuma
abriéndose en las playas,
el humo en su alto tallo
y el incienso:
la risa de los niños,
las banderas clamando por justicia
y por pan:

¡ La canción de amor de lo que vive!,
¡ y el dolor!

El niño,
hombre, poeta,
puso la flor de su alma
¡en el múltiple arcoiris de sus poemas!

Adela Ferreto, prólogo del Libro" Nido de la Canción" de Carlos Luis Sáenz

domingo, 19 de junio de 2016

El Artista de mi Tata



Mi Tata es un ser lleno de luz creadora: hacía acrobacias en el Liceo de Costa Rica, tomó clases de ballet siendo jovencillo, patinaba, nadaba, también pinta desde entonces. Fue Boy Scout por eso sabe hacer nudos, prender fogatas, caminar en la montaña con seguridad, andar siempre una cuchilla y un pañuelo en los bolsillos (como mi abuelo) y querer mucho a la naturaleza.

Hizo estudios de arquitectura y fotografía en México, donde entre otras muchas cosas, fue fotógrafo en el Museo de Antropología. Allá hacía giras con los investigadores y en una de ellas, en tierras chinantecas, supo que a las flores las llamaban Li y me puso ese nombre que amo.
Dedicó muchos años de su vida a la fotografía y fue uno de los fundadores del Centro de Cine, hizo documentales y películas , fue camarógrafo y director general.

Toca guitarra y canta hermosas canciones, tiene un repertorio vario pinto que va desde melodías antiguas, de la guerra civil española, pasando por corridos mexicanos, canciones costarricenses , tangos, hasta villancicos…También ha escrito sus propias letras, porque claro, también escribe!.
En el majestuoso portal de Labuela, él se encargaba de la instalación y arreglo de las luces, de hacer decorados y piezas especiales. Recuerdo una escalerita de caracol que construyó para unos ángeles alemanes pequeñitos, que subían al cielo tocando sus instrumentos, para el Niñito Dios de un pasito costarricense.

Desde hace varios años se pensionó. Tiene un mundo propio lleno de creatividad y aprendizaje. Vive con austeridad en la casa que él mismo diseñó en Barrio México, con su gusto minimalista. En el estudio sigue pintando, escribiendo, jugando ajedrez. Es un incansable lector de infinitos temas, le apasiona el conocimiento. Muy hábil con sus manos, es de esos seres mágicos que todo lo arregla, y si no,él hace lo posible por hacerlo.

 Mi Tata me inspiró de niña con su refinada sensibilidad, aprecio por lo sencillo, amor al arte y a la naturaleza. Con su alegría de probar muchas cosas y ser feliz con el intento… Con ese pensamiento cuestionador, agudo y filosófico tan propios.
Ahh y con su sentido del humor y bello sonreir !
Gracias enormes por todo tu legado, lo llevo conmigo por siempre!!

Con amor...Feliz día Pa!

sábado, 11 de junio de 2016

Regalos en un banco



Origami


Una tarde de jueves con acelere de aguacero, entramos a un banco. Mi amigo me haría un adelanto por mi trabajo de asistente, en la nueva empresa a la que nos aventuramos. Me sentía muy contenta, muy agradecida con él.

Cerré la chorreante sombrilla y le enseñé el interior de mi cartera al guarda. Reparé en la primera curiosidad: había solo una persona en las cajas. Reinaba un silencio plácido, casi hogareño.
Me senté en la banca anaranjada con un raro confort y le comenté al guarda:
-¡Qué milagro no hay nadie!



Mirando con complicidad al otro guarda que sonrió pícaro, me dijo:
-Si aquí a veces pasa eso…
De pronto se me acercó también con una sonrisilla:
-Vea-.
En medio de su palma había un bichito pequeñito, blanco inmaculado, de origami.


Con gran sorpresa y descaro exclamé:
-¡Uy qué lindo! ¡¿me lo regala?!
-Sí… pero esperece que lo termine-.
Sus gruesos dedos de habilidad microscópica, creaban aquel delicado ser.


-Qué bárbara yo-, le comenté cuando caí en cuenta,- es capaz que sólo me lo estaba enseñando y yo de buchona se lo pedí-.
-Es para usted-, me contestó con toda naturalidad.
Me quedé muda un segundo, y con la carilla que me sale cuando algo me impresiona.


-¿De verdad? ¡qué buena nota! yo quise aprender una vez origami, pero es muy difícil, no tuve la paciencia.
-Yo aprendo con tutoriales en internet es más fácil que con libros-.
-Buenísimo, le dije- sin dejar de mirar el bichito, al que le ultimaba detalles con dobleces imposibles… aquel muchacho dulce con un arma en la cintura. 


-Ya está listo -. Me lo dio complacido.
-¡¿Es un dragoncito?!
-Si ¡veále las alas!
-¡Es precioso, muchas gracias! ¿Le puedo dar un beso de agradecimiento?
-No… no…- me dijo muy nervioso volviendo a ver al compañero.
-¡Pues yo se lo doy!-. Y le estampé el beso en su sonrojado cachete.


Mi amigo y yo salimos del banco. Yo feliz con mi dragón en miniatura, el adelanto en la cartera, viendo cómo los dos guardas sonreían sin reparos, en esa tarde de lluvia generosa, en la que no pude más que sentirme infinitamente agradecida.

domingo, 5 de junio de 2016

Cumpleaños del poeta Carlos Luis Sáenz




                                   Fiesta de cumpleaños 70 de Calú, en casa de Las Tías,
                                                         con toda la familia Sáenz.

Hace 117 años nacía el poeta Carlos Luis Sáenz, mi abuelito y el Abuelo Cuentacuentos de muchos.

No encuentro mejores palabras que las suyas para celebrar la huella noble y lúcida que dejó su espíritu de -Belleza Inmortal- en esta tierra.

Con amor, las transcribo para alimentar la llama de su presencia siempre viva...


Fiesta

Hoy me celebra la Esposa 
porque cumplo un año más,
Fiesta de fe,
Cordialísima,
Fiesta con sabor a hogar.
Estoy en cumbre de años,
Dicha me da de pensar
En todo lo que se ha ido,
En todo lo que vendrá.
Frágil cumbre que he llegado
Con el corazón en paz, 
Los pies un poco dolidos,
dolidos de caminar,
la frente un poco arrugada de soñar,
porque los sueños a veces 
son corona de pesar.
Hoy me festeja la Esposa
Porque cumplo un año más.
Bebo un vino rojo claro
Y otro de oro azafrán,
El rojo, por la alegría,
El oro por el pesar,
El rojo por el amor,
El de oro por la amistad,
Y bebo un vaso de agua
Por la belleza inmortal
Y por la paz de mi casa,
Sencilla casa de paz.
Años, años, años, años,
Muy breves en el pasar,
En la lámpara de mi alma
Qué brillo suave me dais.
Pero alfin, vendrá aquel año
Que mi luz apagará
Con sus dos alas de sombra
O, tal vez, de claridad.
Mas de los fines seguros 
Apartemos el pensar
Y gocemos de estas horas
De buen vino y de buen pan
De buena lumbre encendida
En la dicha del hogar,
De la palabra del hijo
Que recién nacido está
y de la fiesta sencilla
Fiesta con sabor de hogar,
Que me hace la Esposa buena
Porque cumplo un año más. 

Del poemario "Al viento de tu gozo"

Credo

Creo en el hombre, la mujer y el hombre.
He tocado mi rostro y sus entrañas.
En las manos del niño el lodo es rosa
creciendo hacia cumbrera de montañas.

Y aquí está ya la patria sin fronteras
navegada en mil mares de entusiasmo
y a mi lado, la sombra de un gigante
caudaloso y creador, me da la mano.

Hemos partido ya. Nadie se quede 
en su terrón de ayer. Inauguremos
la calidad de nuestro propio esfuerzo.

Que en las manos del niño el lodo es rosa
creciendo hacia cumbreras de montañas
en la agitación del universo.

Del libro "Hijo de la Tierra"

El Trance

Somos, en nuestro instante, la demanda
Fértil de las antiguas sangres puras
Cuya esencia, la vida, en nuestra rama
En flor, vuelve a pasaje de hermosura.
Nada nos contendrá, la vida gana 
Y triunfa, poderosa, en esta oscura
Vorágine mortal que nos desata
De las caducas, torpes vestiduras
Y nos entrega, en brazos y en bocas, 
Y en mieles y en contacto alucinado,
Al cáliz entreabierto de la rosa,
Donde inmortales del instante, vamos,
Embriagados de zumos y de mieles,

               Al riguroso reino de la muerte. 

Del poemario "Huerto de Melibea"


                                   El poeta premio Magón de Literatura
 

domingo, 8 de mayo de 2016

Mujer con espíritu de montaña mágica

                                            
                                                 Montaña  Mágica

                                  Caminito hacia la casa, en la finca "Los Maestros"

Hace unas semanas tuve noticias de “una finca de duendes”en Tapantí. Una tarde salí a recorrer esa maravillosa zona para conocer a doña Mireya Angulo, la creadora de la “Finca Ecotour Los Maestros”, nombrada así por los vecinos porque en esta familia todos dan clases  y  tienen Maestros que son sus guías.

Desde la casa en lo alto, con natural simpatía doña Mireya y su nieta, me saludan. Subo por con un caminito empinado, cubierto de exuberantes plantas, me recibe un amplio comedor con las paredes estampadas de imágenes hechas con stencil de Carmen Lyra, Jorge Debravo, Juanito Mora, José Martí… pinturas expuestas y una pizarra con el menú que antoja truchas preparadas de diversas formas.

Casa de puertas abiertas llena de originales detalles, la charla nos  lleva a los duendes. Doña Mireya cuenta que “de niña jugaba con unos amigos chiquiticos, a los cinco años tuve que alejarme de ellos, porque nos sacaron de la finca en Ojo de Agua de El Guarco, donde yo nací. Iba llorando montada en el carro, y le pedí al chofer que parara. Salí corriendo a ver si veía a los chiquitos pero nada…ni siquiera estaba el anillito que escondíamos debajo de la piedra…Mi papá me tranquilizó diciéndome el mundo es pequeño algún día tal vez  usted los vuelva a encontrar”.

                                Doña Mireya con su nietita, nos ofreció café.

“Cuando me casé y llegó la hora de decirnos los secretos, yo le conté a mi esposo de mis amiguitos pequeños, y que me habían dado un anillo en forma de culebrita con los ojos rojos. El me contó que también tuvo uno, pero con los ojos verdes“(¿se lo darían los duendes?)

Su conversación vertiginosa repleta de recuerdos y fuertes vivencias, fue develando a una mujer de inmensa energía emprendedora, que desde su adolescencia ha trabajado en infinidad de cosas “me hice maestra con la mayor de las pobrezas, vendí limones en las paradas de buses, hice cerámica, tuve un negocio de hilos”.

Docente de primaria por 35 años, escribió métodos para leer y escribir, ama la literatura y ahora por las noches, pinta o escribe su libro sobre autoestima, a pesar de que una mano le falla un poco, por una isquemia que la afectó hace unos años.

Con orgullo dice “todas las matas de esta finca las he sembrado yo”. Siempre adoró la naturaleza y añoraba tener “un cuarto de manzana de tierra con gallinas y dos piecitas pintadas de azul y blanco”. 

Consiguió un puesto de maestra en Purisil “cuando llegué no sólo me enamoré de la montaña que había enfrente de la escuela, sino de las caritas de los chiquitos…me quedé 23 años...”.
Muy cerca tuvo la dicha de encontrar la finca de sus sueños, con una majestuosa montaña al puro frente. Ahora vive y desarrolla su pequeña empresa ahí.

                                       Restaurant con las imágenes de Los Maestros

Estrenando el terreno, lo chapeaba junto con el antiguo dueño, que le contaba “viera que aquí aparecen duendes, son pequeñitos con gorritos cónicos, allá abajo en la quebrada, llegan a jugar”.
Un día doña Mireya estaba poniendo unos blocks para la casa, oyó los gritos del señor: “¡Ahí están los duendes, cantando y bañándose en la quebrada, venga!”.
“Corrí pero no los ví…uno los ve jovencito porque está puro, ya viejo no, está lleno de egos, contaminado”.

                                            Estanque de Truchas

Esta mujer es un motor que no para, y a mi pregunta de cuando descansaba, me contestó: “ya descansaré en el cementerio”. Por eso en esta finca construyó su casa, sembró árboles, truchas, jardines, tiene servicio de habitaciones para turistas, y es quién cocina y atiende a los visitantes que llegan de muchas latitudes, a vivenciar este paraje especial, donde se hacen caminatas y meditaciones por la paz que honran a la Madre Tierra.

“Aquí a mí me gusta oír el silencio, ¿aunque sabés? a veces oigo cantos que salen de la montaña”…

Con la gratitud de haber conocido a una maestra de vida, tan creativa y emprendedora, con el sabor de la trucha que me ofreció y la imagen de sus pinturas para mi recuerdo, me despido, sintiendo que la magia está en ella, en los duendes que habitan la montaña firme y noble de su espíritu.

                                
                                                Cuadro pintado por Doña Mireya


Fotos: Francisco Chavarría
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