Obra "La Madre Tierra",1998
Un re-encuentro casual con Cali me llegó al alma.
Me inspiró a sentir
los filamentos que mueven sus ideas, sus obras: las artísticas, las vitales. Esta
es la primera entrega de entrañables pláticas con este ser generoso y bello.
Los Cuatro elementos han guiado su
sensibilidad desde niño. Los ha interpretado a través de pigmentos, collages, instalaciones, botellas, pedacitos de cerámica, chunchitos brillantes, estandartes unificadores...
Múltiples técnicas, visiones y
tendencias han surgido de su imaginario, donde lo ritual es un eje integrador
que refleja la honesta amplitud de sus creencias, sin ningún reparo para
expresarlas.
La Tierra como Elemento
A los tres años Cali jugaba
haciendo “cementeritos” en los jardines: hacía hileras con puños de tierra
coronados con cruces de palitos y tiritas de colores que- como dice él - “Seguro se los cachaba a mi mama”-.Estos entierritos los construía
junto a su amiga invisible, a la que llamaba: La MamaVirgen.
Casi todos alguna vez jugamos con
tierra. He visto chiquitines engullirla como un manjar que relamen extasiados.
Es quizá una forma de mamar del
seno de nuestro nutricio planeta, o tal vez un
deseo de conexión concreto con el ciclo que nos une a ella.
Cali niño
Estos “entierritos” hechos por Cali
en su tierna infancia, me conmueven porque creo que tenían esa sabia intuición, y la creaba a través de ese rito lúdico, con la noción de la Tierra como útero que nos expande fuera de
ella y luego nos contrae hacia ella; en este juego de nacimiento y muerte al
que venimos, a ser parte del misterio de la materia en movimiento.
Más grandecito peleaba con los
chiquillos que mataban pajaritos y cortaba cuanta rosa aparecía a su alrededor.
Un buen día fue descubierto un “altar” lleno de rosas secas en la vieja bodega
de su casa. Era “el lugar de la MamaVirgen”.
Ese hallazgo generó un desconcierto
familiar(excepto para su mamá) que fue atendido por curas y doctores, cuyos
diagnósticos no impidieron que la luz constructora del pequeño, siguiera alumbrando.
Cali ha tenido la complicidad
gentil de su madre, quien sigue siendo su “chineadora total”.
Obra "Detrás de la Ventana" , 1997
-¿Pero cómo era aquel altar Cali?-
Con su mirada verde-clara busca en el recuerdo y me cuenta:
-“Había un tarrito lleno de tierra,
esa era la MamaVirgen. Yo enterraba cosas: carritos, los trastes de mi hermana…¡y
también les ponía crucitas!”-.
La instalación artística brotaba,
para desplegarse más tarde con la misma energía lúdica del niño, desarrollando
su estética de ideales espirituales y ecológicos.
Para el cambio de milenio, Rivera
creó la serie “Detrás de la Ventana” en la que sus pinturas al óleo son un
homenaje devocional al Elemento Terrestre encarnado por mujeres.
Obra "Delirio",1998
“Madre Tierra” es la obra a la MamaVirgen (la que fue el tarrito en el altar): Mujer de brazos abiertos que nos llama, hoy como nunca, a ser
Uno con ella, a honrarla como sus hijos de barro, como sus hijos de polvo a
cuyo vientre volveremos.
-"Cuando yo hice esta serie me criticaron muchísimo,pero yo metí cabeza, lo hice con el corazón. Yo quería dar un mensaje que iba más allá de mí mismo".
Creo que el arte es para ser libre
"He trabajado bajo este lema siempre, sin enterarme de las consecuencias, y años despúes de haber comenzado este camino, ratifico que para ser feliz la libertad es fundamental y que en el arte , yo la he encontrado".( Tomado del Libro "Elementos Manifiesto del Irazú", Cali Rivera".
-"Cuando yo hice esta serie me criticaron muchísimo,pero yo metí cabeza, lo hice con el corazón. Yo quería dar un mensaje que iba más allá de mí mismo".
Creo que el arte es para ser libre
"He trabajado bajo este lema siempre, sin enterarme de las consecuencias, y años despúes de haber comenzado este camino, ratifico que para ser feliz la libertad es fundamental y que en el arte , yo la he encontrado".( Tomado del Libro "Elementos Manifiesto del Irazú", Cali Rivera".
A las 6 en punto del crepúsculo, en
el Taller del Artista (donde cada rincón destila belleza) se escucha el Ave
María en la voz de Cali:
La escultura de un Buda nos
contagia de su silencio. Lágrimas de velas se deslizan lentas sobre viejas cataratas
de esperma.
El humo de la mirra se enreda entre las banderas rezadoras. El espíritu se abre y el momento se torna sagrado.
Nos sentimos volar hacia los brazos
de nuestra Madre Tierra.
Instalación " Altar a la Madre Tierra y La Cruz de San Pedro", 2013
El artista Cali Rivera
www.calirivera.com