No recuerdo el día, ni el momento
preciso en que esta FOTO fue tomada por mi Tío Edgar Ferreto en la Casa del
Monte, cuyo portón de hierro rezaba las letras que la bautizaban: ALTO DEL
COLIBRI.
La que es inolvidable, es la sensación que quedó por siempre guardada en el nido de
mi niña interior en esta imagen blanquinegra: sensación contundente, sin fisuras, sin una mancha ni
rendijita…
Mi abuela Adela, junto con su
hermano mi Tío al que llamaban “El
Nápiro”, me recogían en el Jeep Rojo de él, todos los jueves a la salida del Kinder
Margarita Esquivel. Ibamos al Monte a pagarle a Bernardo el cuidador, a
recoger moras y volver con un gigantesco ramo de calas, que la abuela pondría en
un jarrón de la sala en la casa de Barrio México, y que ahí luciría majestuoso varios días.
Durante el camino la montaña nos
iba abriendo sus trillos mágicos, nos adentrábamos poco a poco en los mundos verdes de los árboles, el musgo y las barbas de viejo, mientras el aire purísimo
y frío nos hacía sentir las hadas revoloteando a nuestro alrededor.
La abuela recitaba: “A la quinta , quinta,
quinta de una señora de bien, llegan siete caballeros corriendo a todo correr…”.El Nápiro con su gracia
colosal, me mostraba a las vacas mascando chicle, y me repetía que yo era una Panza
de Agua, cosa que no entendí nunca pero que aún me hace reír a carcajadas.
Si se aparecía una chiquita en el camino, se
llamaría Patricia, como todas las niñas desconocidas, así como todos los perros
del mundo, para él, se llamaban Wascar.
Los maestros sabios dicen que hay
instantes donde nuestra alma se funde con el pulso vital del universo y nos
enlazamos con toda su creación: yo viví ese Momento y tuve la suerte de que lo captara mi Tío con su agudo y antiguo lente.
Foto que adoro pues es para mí, la Inmensidad de la Alegría!
Por eso abracé el aire… y ”Toqué el cielo con las manos”.
Foto que adoro pues es para mí, la Inmensidad de la Alegría!
Por eso abracé el aire… y ”Toqué el cielo con las manos”.
Durante muchos años esta foto estuvo perdida. Un día de estos apareció y con ella el deseo de escribirle unas palabras, de agradecerle a mis abuelos por ese Monte que crearon para nosotros y que fue uno de los lugares donde me sentí en Comunión con la Dicha de la Existencia.
Gracias Calú, Adela y Tío Edgar, gracias vida por esta FOTO que me recuerda que somos UNO con la Creación y que la Dicha Infinita es posible aunque sea en un instante terrenal.
¨Por la Dicha de la Vida, Feliz Año 2015 a todos!